El adorno no es un lujo, sino, en ciertos estados de ánimo, una absoluta necesidad.
Catálogo ilustrado del Palacio de Cristal de Londres, 1851.
El ukiyo-e o pintura del mundo flotante se desarrolla en Japón durante la dinastía Edo, entre los años 1603 y 1868. Este nombre poético alude a una enseñanza budista que afirma que todo en la vida es una ilusión. Expresa asimismo la búsqueda del ser humano del placer efímero e intrascendente. El mundo es, por lo tanto, un espectáculo fugaz, al servicio de las ilusiones humanas. Está hecho con sonrisas de dicha y lágrimas de pena, y engaña con su brillo y ausencia ya que, excepto el Cielo, todo es irreal.
Discurre la década de 1850 a 1860 cuando Inglaterra vive la fiebre de los acuarios de cristal. La obsesión por estos paisajes submarinos extravagantes y artificiales crece entre una clase burguesa ávida de fantasía y añoranza. Incontables salones se poblarán así de anémonas, crustáceos y otras “joyas vegetales”.
La serie fotográfica Mundo Flotante nos sumerge en un delicado y vaporoso escenario en el que las japonaiseries de flores cambiantes se mimetizan con las piezas de carácter preindustrial del Taller de Feeas para subrayar la transitoriedad del mundo natural y de la vida. Nos muestra que nuestra existencia no es más que un montón de espuma, una burbuja, un espejismo, o tal vez un sueño o un espectáculo mágico…
Un proyecto de Héctor Orruño y Pablo Martínez Muñiz.
Más información: www.feeas.es